NORMALENCIA: Cuando la NORMAlidad se convierte en exceLENCIA en la gestión de personas.
Publicado el 5 de agosto del 2025
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En este artículo, Francisco Javier González Galán —experto en liderazgo y desarrollo de habilidades directivas— se pregunta por qué valoramos tanto lo excepcional y subestimamos lo cotidiano en lo personal y lo empresarial. En este último ámbito, considera que la mayoría del impacto sostenible en una empresa no viene de lo raro, sino de lo regular: de quienes están ahí cada día, aportando desde su constancia, su ética y su entrega.
Son esos profesionales «normales» los que, sin hacer ruido, construyen cultura, mantienen productividad y dan vida a la identidad corporativa. Personas que llegan temprano y se van tarde, que piensan en el cliente, aunque nadie se lo pida, que conocen el nombre del personal de limpieza y el de los nuevos. Que no buscan protagonismo, pero sin ellas, nada funcionaría igual. En su compromiso discreto y en su excelencia silenciosa se encuentra el verdadero corazón de la empresa. Reconocerlo no es solo justo: es una decisión de liderazgo inteligente.
¿Cómo transformar lo cotidiano en excelencia, lo habitual en inspiración, y lo rutinario en cultura viva? La normalencia no se impone, se cultiva. En los pequeños gestos, en las conversaciones sinceras, en las decisiones éticas, en la coherencia del ejemplo. Fomentarla no es una estrategia de gestión: es una declaración de principios. Y como toda transformación significativa, requiere de visión, paciencia y mucha convicción.
Aquí tiene algunas claves y su aplicación práctica:
- Identifique sus áreas ocultas de valor: ¿Qué aspectos de usted o de su equipo ha pasado por alto por parecer demasiado cotidianos, pero que podrían ser fortalezas si se desarrollan?
- Desarrollar con intención: Invierta tiempo en desarrollar esas cualidades «discretas». Lo que hoy parece común, puede convertirse en una fuente de valor estratégico.
- Practicar la congruencia: Alinee lo que piensa, dice y hace. La coherencia inspira más que cualquier discurso.
- Celebrar las pequeñas victorias: No espere resultados épicos para valorar el esfuerzo. El reconocimiento diario construye culturas de excelencia.
- Cambiar la narrativa interna: Pase de “esto no es suficiente” a “esto tiene valor, y puedo hacerlo crecer”.
- Fomentar la inclusión de talentos diversos: Mire más allá del currículum. A veces, el mayor potencial está en quien menos lo aparenta.
- Escuchar con profundidad: Detrás de cada comportamiento hay una historia. Y detrás de cada historia, una oportunidad para liderar mejor.
Incluir estas prácticas en la cultura del día a día es construir desde la base. Es sembrar futuro con raíces sólidas. Y eso, más que una técnica de gestión, es una forma de mirar el mundo. Una organización que abraza la normalencia cultiva relaciones más genuinas, climas más saludables y equipos más resilientes porque el respeto y la autenticidad se convierten en el nuevo capital emocional de la empresa.
Además, cuando la normalencia se convierte en parte del ADN organizacional, se produce un efecto dominó. Las personas se sienten más escuchadas, más vistas, más valoradas. La creatividad aumenta, el compromiso se multiplica y la empresa se convierte en un lugar donde la gente no solo quiere estar, sino crecer.
Contenido extraído del articulo NORMALENCIA: Cuando la NORMAlidad se convierte en exceLENCIA en la gestión de personas;para la revista Gestión de la autoría del experto Francisco Javier González Galán;. Para conocer más sobre este experto y su próximo workshop virtual para INTRAS haciendo clic aquí. |